De la guerra a la paz: 423 excombatientes construyen futuro en el Valle del Cauca
Redacción: Observatorio para la Paz del Valle del Cauca
Febrero de 2025. Bajo el cálido sol que ilumina la zona rural del municipio de Tuluá, Alberto camina hacia su parcela con las manos llenas de semillas y la mente cargada de recuerdos. Hace unos años, las mismas manos que hoy preparan la tierra sostenían un fusil en las montañas, luchando por una causa que lo alejaba de su familia. "Decidí dejar las armas porque quería ver crecer a mis hijos y a mis nietos en paz, que conocieran un futuro diferente, no en medio de una guerra sin fin," confiesa con voz pausada. Hoy, la tierra ha reemplazado la guerra.
Alberto es solo uno de los 14.128[1] excombatientes de las FARC-EP, a nivel nacional, que decidieron acogerse al Acuerdo de Paz y hoy han transitado de la guerra a la paz, a través de un arduo camino de reincorporación a la vida civil, en un esfuerzo histórico por dejar atrás el conflicto armado, enfrentando no solo los desafíos de la reintegración económica, sino también el estigma que aún persiste en sus comunidades. “Es triste y es doloroso, porque nosotros no pensamos que firmar un Acuerdo de Paz le iba a cegar la vida a más de 400 compañeros. Pero hay que seguir adelante y no podemos desfallecer. Es duro y nos ha costado lágrimas”, lamenta.
En noviembre de 2016, se suscribió el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, más conocido como el Acuerdo de Paz, entre el Gobierno Nacional y el grupo armado ilegal FARC-EP. Uno de los seis puntos acordados fue el Punto N° 3 denominado “Fin del Conflicto”, cuya implementación incluyó el cese al fuego y hostilidades, la dejación de armas y la preparación de la institucionalidad y el país para la reincorporación de los firmantes a la vida civil en lo económico, social y político.
“La reincorporación ratifica el compromiso de las FARC-EP de cerrar el capítulo del conflicto interno, convertirse en actor válido dentro de la democracia y contribuir decididamente a la consolidación de la convivencia pacífica, a la no repetición y a transformar las condiciones que han facilitado la persistencia de la violencia en el territorio”, se lee en el documento del Acuerdo Final suscrito entre las partes.
En la actualidad, la implementación del punto 3 del Acuerdo se centra en la reintegración a la vida civil y en las garantías de seguridad para aquellos que, antes de ser conocidos como "guerrilleros" y de integrar las filas de las FARC-EP, eran hombres, mujeres, hijos, hijas, hermanos, hermanas, padres, madres, abuelos, abuelas, campesinos, estudiantes y maestros. Son personas comunes, que muchas veces han sido juzgadas y estigmatizadas sin que sus historias de vida sean realmente comprendidas.
Siendo uno de los departamentos más afectados por el conflicto armado, el proceso de reincorporación ha sido crucial para reconstruir el tejido social. Según datos de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), con corte a septiembre 30 de 2024, residen en el departamento 430 excombatientes, de estos, siete están en investigación por privación de la libertad por parte de la Fiscalía, por lo tanto, no son objeto de atención del Programa de Reincorporación Integral (PRI) hasta que no se defina su situación jurídica; los 423 restantes decidieron dejar las armas y apostar por la paz en este territorio, y hoy son parte activa del PRI. Este número representa un 3 % del total de personas que se acogieron al Acuerdo de Paz a nivel nacional.
Su paso hacia la legalidad no solo significó abandonar las armas, sino también dejar atrás todo aquello que daba sentido a un modo de vida basado en sus ideales de lucha contra las injusticias. Hoy, con la firme decisión de dejar el pasado atrás, se han convertido en actores políticos legales, comprometidos con la reconciliación, la convivencia y la garantía de la no repetición.
Conoce dónde están estos firmantes de paz en el Valle del Cauca, explorando este mapa interactivo, que muestra la concentración geográfica de la población reincorporada por municipio, de acuerdo con datos de la ARN. Es importante destacar que el 48,9 % de los firmantes vive en el distrito de Cali, lo cual no sorprende, dado que es la capital del departamento. El resto está distribuido en otros 29 municipios, entre los que se destacan Tuluá (8 %), Jamundí (5,9 %), Buenaventura y Palmira (ambos con 5,4 %).
La reincorporación a la vida civil no solo representa un cambio en la rutina de quienes firmaron el Acuerdo de Paz, sino también una transición emocional y social que conlleva múltiples desafíos. Entre ellos, la estigmatización se ha convertido en una barrera significativa, dificultando la aceptación plena en sus comunidades y la integración laboral y social.
Esta gráfica ilustra los casos de estigmatización experimentados por los firmantes de paz en el territorio vallecaucano, al conocerse su condición de persona en proceso de reincorporación. Se destaca que el 32,6 % de los reincorporados ha sido víctima de estigmatización a causa de su condición de firmante de paz por parte de miembros de la fuerza pública; el 18,4 %, por servidores públicos; y el 16, 7 % por parte de miembros de su comunidad, barrio o vereda, lo cual evidencia cómo la percepción de "excombatiente" sigue marcando sus relaciones y oportunidades dentro de sus entornos locales.
Asimismo, encontrar un rol dentro de la vida laboral representa uno de los mayores desafíos de la reincorporación. Tras dejar las armas, se enfrentan a un mercado laboral que, muchas veces, les ofrece pocas oportunidades y que, además, está marcado por el estigma y la desconfianza hacia sus antecedentes. Esta gráfica permite explorar en detalle las ocupaciones actuales de los excombatientes en el departamento, resaltando que el 28,84 % es trabajador independiente, seguido del 12,29 % que se dedica a trabajar en un proyecto productivo.
Desde la firma del Acuerdo de Paz, según datos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) con corte al 30 de octubre de 2024, han sido asesinados 434 firmantes a nivel nacional, 26 de estos casos sucedieron en el Valle del Cauca. Esta gráfica muestra cronológicamente los asesinatos ocurridos por año en los municipios de este departamento.
Esta violencia se ha mantenido constante en la región a lo largo del tiempo, sin un solo año exento de víctimas. Los años 2019 y 2020 fueron particularmente críticos, con 8 y 6 casos reportados, respectivamente. Todas las víctimas hasta el momento han sido hombres y la mayoría de asesinatos han ocurrido en la capital vallecaucana. Esta situación refleja la constante amenaza que enfrentan quienes decidieron dejar las armas y reincorporarse a la vida civil.
Sin embargo, la garantía de la vida y la seguridad de los firmantes no es el único reto, pues la estigmatización social y el rechazo comunitario prevalecen en la sociedad, lo que crea barreras para el acceso al empleo y a servicios sociales, dificulta la convivencia y la construcción de tejido social, afecta la salud mental, entre otros aspectos. Además, el acceso a tierra fértil y productiva y a vivienda digna es también una necesidad latente de esta población, que en su mayoría carece de las habilidades técnicas o educativas necesarias para integrarse a la economía formal.
La educación es una de las herramientas más poderosas para transformar la vida de quienes deciden dejar atrás el conflicto armado. Sin embargo, el nivel educativo de los firmantes de paz en el Valle del Cauca evidencia un rezago importante, con un gran porcentaje que no supera los estudios de secundaria, tal como se puede evidenciar en esta gráfica, que presenta el nivel educativo actual de la población reincorporada en el departamento. A través de ella, se observa la distribución en los distintos grados de escolaridad, desde la educación primaria hasta niveles superiores. Se destaca que el 14,89 % solo estudió la primaria, el 19,52 % finalizó los estudios de bachillerato y tan solo un 0,95 % tiene estudios de educación superior, lo que refleja las brechas en formación académica de esta población. Esta realidad no solo limita sus posibilidades laborales, sino que también resalta la necesidad de estrategias que fortalezcan sus competencias y les permitan integrarse plenamente en la sociedad.
A pesar de los desafíos, la reincorporación sigue siendo un pilar fundamental para la construcción de una paz estable y duradera. Historias como la de Alberto nos recuerdan que la paz no es solo la ausencia de guerra, sino la creación de nuevas oportunidades para aquellos que un día, por necesidad o convicción, tomaron otro camino.
Para obtener una comprensión más profunda de la situación actual de los firmantes de paz en el Valle del Cauca, explora esta gráfica interactiva que ofrece datos detallados de la población reincorporada de las FARC-EP en el departamento. A través de esta herramienta, podrás filtrar y cruzar múltiples variables clave, como género, edad, etnia, nivel educativo, ocupación, municipio de residencia, casos de estigmatización, entre otras.
[1] De acuerdo con cifras de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), con corte a septiembre 30 de 2024.